Suena "Losing my religion" de REM
Camina ligeramente encorvado. Analiza la situación desde la perspectiva del ganador. Estar ahí, ahora, en ese momento, después de todo lo que ha pasado, ya es un triunfo. Por eso Phil Mickelson no tiembla cuando pega ese hierro en el hoyo trece de la última jornada del Máster de Augusta. La bola pasa entre dos árboles y termina en el green. A unos pocos metros de la bandera de ese par cinco, que terminará con birdie. Sublime. Grita el aficionado norteamericano, que se alegra y enorgullece de volver a verle en el campo de juego ganando, ilusionado, detrás de esa sonrisa tímida de seductor y esos ojos claros de mirada transparente.
Es su cuarto major. Tercera Chaqueta Verde. La más especial para el zurdo de golpes imposibles y errores de genios capaces de tirar por la borda en un minuto el trabajo de cuatro días intensos. Mickelsonadas. Una victoria para Amy, a la que buscaban todos los flashes cuando Lefty saboreaba los aplausos del último paseo por Augusta. Su bella mujer lloraba detrás de unas gafas de sol, y se abrazaba con su hija mayor, Amanda, esa que hace seis años correteaba hacia su padre para celebrar su primer torneo grande. Lo han pasado mal. Hace once meses, le fue diagnosticado un cáncer de mama y su marido anunció que se retiraba temporalmente del golf para estar a su lado. El largo abrazo final entre ambos dibuja una de las escenas más emocionantes de la historia del deporte.
Es su cuarto major. Tercera Chaqueta Verde. La más especial para el zurdo de golpes imposibles y errores de genios capaces de tirar por la borda en un minuto el trabajo de cuatro días intensos. Mickelsonadas. Una victoria para Amy, a la que buscaban todos los flashes cuando Lefty saboreaba los aplausos del último paseo por Augusta. Su bella mujer lloraba detrás de unas gafas de sol, y se abrazaba con su hija mayor, Amanda, esa que hace seis años correteaba hacia su padre para celebrar su primer torneo grande. Lo han pasado mal. Hace once meses, le fue diagnosticado un cáncer de mama y su marido anunció que se retiraba temporalmente del golf para estar a su lado. El largo abrazo final entre ambos dibuja una de las escenas más emocionantes de la historia del deporte.
Era la semana de Tiger, en su regreso tras sus mil disculpas al pueblo americano por sus escándalos sexuales. Pero terminó siendo el domingo de Mickelson. Su gran rival en la última década, y el único que hace dividir a la nación en partidarios de uno u otro. Woods sabe que su mayor rival, que no enemigo, ha cobrado ventaja en el corazón de los indecisos e imparciales. La próxima cita será en junio, en el US Open.
Hasta entonces habrá que esperar y rezar para que el genio de San Diego llegue en plenitud de facultades. Si todo marcha bien, seguirá deleitando a todos sus seguidores con esa particular manera de entender y desarrollar el deporte al que estaba predestinado.
Hasta entonces habrá que esperar y rezar para que el genio de San Diego llegue en plenitud de facultades. Si todo marcha bien, seguirá deleitando a todos sus seguidores con esa particular manera de entender y desarrollar el deporte al que estaba predestinado.
Suena "End of the Road" de Boyz II Men
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